domingo, 8 de mayo de 2011

LA ESCUELA EN EL MARCO DE LA MODERNIDAD




LA ESCUELA EN EL MARCO DE LA

MODERNIDAD

¿QUE ES EL MARCO DE LA MODERNIDAD?

En el marco de la modernidad reflexiva o posmodernidad, se percibe una pérdida de credibilidad en las posibilidades de la escuela de fundar subjetividades. Las carencias, privaciones, insuficiencias y debilidades son evidentes. Se encuentra esta escuela en profunda crisis, resultando directa consecuencia de la aplicación de políticas neoliberales. Según el neoliberalismo, el mundo globalizado, único escenario posible, ha sido generado a partir de la tercera revolución tecnológica, que ha traído como consecuencia el rediseño de los modelos de producción a nivel mundial. La escuela tradicional ha quedado anacrónicamente atada a un estilo burocrático, rígido, vertical e ineficaz frente al avance científico del siglo XXI.




CUAL ES LA RELACION DE ESCUELA , SOCIEDAD Y MODERNIDAD




LA ESCUELA


                                

Las diferentes formas de organización social dentro del ámbito educativo, los valores, las diferentes formas de poder en la escuela, las relaciones maestro-alumno, el conocimiento y cómo proporcionarlo, la toma de decisiones y la solución de conflictos. La cultura escolar se transformó en ese instante del devenir cotidiano en la herramienta pedagógica más completa con la que contaba la escuela, sin embargo, al mantener su práctica autocrática, siguió formando seres humanos autoritarios, contra el deber ser de una democracia en formación, que profesaba un crecimiento para la vida.
Es así que “el buen maestro” se transforma en el ejemplo moral para las masas, y es el estado, a través de la institución escolar, el encargado de crear las condiciones de “homogeneidad”, desdibujando las diferencias culturales y étnicas de la población para que la conformación de la sociedad civil fuese posible. 
Mientras en la teoría se habla de una “escuela ilusoria”, en los hechos se intenta plasmar una escuela cargada de símbolos abstractos, rituales y rutinas homogeneizadoras, que, en última instancia, reproduce y agudiza las desigualdades existentes, ante una realidad cotidiana de niños con hambre, que mendigan o trabajan, sin útiles ni libros, sin guardapolvos, la escuela, sujetada y sobre determinada por el contexto de pobreza, queda ofreciendo una escenografía de rituales escolares vacíos, organizados alrededor de un mandato anterior. 




SOCIEDAD 





Como sabemos, nuestra sociedad sufre una creciente vulnerabilidad y/o fragilidad debido a que atraviesa profundos procesos de pauperización, procesos que erosionan el lazo social, que atentan contra la existencia de filiación o pertenencia, es decir, contra la integración social. En este marco, el rol alfabetizador e integrador del sistema educativo aparece cuestionado, desgastado, deteriorado.

Los distintos cambios económicos, políticos, sociales y culturales han conducido a una modificación de las condiciones de estudiantes y educadores, por lo que el docente se halla sumamente desamparado en relación a aquella paternalidad del “Estado educador”, se enfrenta a complejas y profundas problemáticas sociales en las instituciones escolares donde trabaja y es permanentemente cuestionado. Esta situación de extrema dificultad económica, social y cultural que nos agobia y angustia, las instituciones educativas continúa aferradas a la matriz educativa de antaño, basada en la dicotomía “civilización-                                                                                                                                                                  
Dicha destitución o declinación no debería implicar una actitud fatalista o determinista, por el contrario, debería conducirnos a asumir que estamos viviendo en un espacio o escenario extremadamente complejo, arduo y duro, en el cual, a pesar de todo, cabe la posibilidad de la “invención”, es decir, de allí están las esperanzas de la incertidumbre: el desafío de deconstrucción y reconstrucción de modelos de pensamiento y de convivencia que se plasmen en la escala microsociológica de la vida cotidiana y en los entornos de proximidad.


MODERNIDAD  


        
                                   
 
La crisis de la  modernidad anuncia la muerte del sujeto como principio fúndate del conocimiento y el descrédito en torno a la existencia de un nexo necesario entre conocimiento racional y bien común. Los dilemas de la razón práctica se reflejan en la imposibilidad constitutiva de regular racionalmente el mundo. El desarrollo del cientificismo en su manifestación extrema, como racionalidad instrumental, nos arroja hacia la indiferencia ética en torno a los fines, en favor de un uso eficaz de los medios.
                                                                                                                                              Los   docentes nos equivocamos cuando intentamos inscribir o “encasillar” a los estudiantes de la actual institución escolar en un “molde”, del cual emergían los estudiantes de principios o mediados de siglo XX.  
Si nos proponemos modificar la situación crítica existente, se torna imprescindible superar la resistencia docente, estéril e inútil y comenzar por la formulación de nuevas y distintas interrogantes: ¿qué es hoy ser estudiante?, ¿qué es hoy ser maestro?, ¿cuál debe ser en la actualidad el papel de la escuela?, ¿es posible hoy concebir a la escuela como una realidad histórica, es decir, susceptible de ser transformada intencionalmente por los actores de la educación?  
      
No podemos seguir pensando que “hasta que no cambie el sistema no podemos hacer nada”, debemos garantizar el presente, con el esfuerzo de pensar la filosofía de la educación de la escuela, cuál una u otra perspectiva filosófica. Pero fundamentos y relatos que den vida al hoy, las respuestas o ráfagas de sentido que podamos dar hoy construyen un futuro y, anquilosarnos en “el todo está mal” lleva sólo al repliegue y la clausura del sentido de la educación.

En tal contexto, desaprender, impensar y deshilvanar los dispositivos es tomar conciencia de que somos movimiento, devenir, creación, descubrimiento permanente; un continuum hacerse, deshacerse y rehacerse, abierto a la interrogación, este es el sentido de la filosofía de la educación.
 
En nuestro caso, recuperar el sentido de la escuela de la modernidad, porque allí está su fundamento: la transmisión de la cultura, considerando que vivimos en tiempos de crisis de fundamentos debemos resignificar el sentido para construir, como dijimos, el hoy. La realidad actual de la escuela panameña requiere no abandonar la promesa emancipatoria de la educación, sino -en todo caso- reconocer que esta promesa se debe reconfigurar y resignificar: por ahora, en este tiempo de transicionalidad, buscando las ráfagas de sentido.




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